Nadie desea sufrir


Pero el dolor es una realidad.
Nadie anhela padecer el dolor que hemos de aprovechar cuando llega.
Domestica tu dolor, es decir, somételo a tu control.
Deja abierta en tu alma la entrada a la esperanza de que toda experiencia dolorosa, como llegó, va a pasar.
Además de esto, siente la angustia; pero no la alimentes enfermizamente.
El dolor es fuego que quema y por lo mismo, podemos convertirlo en crisol que nos purifica.
Acepta el dolor inevitable para que temples tu carácter y adquieras la virtud de una inquebrantable fortaleza.
Es Jesús quien dió dignidad al dolor
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3 comentarios:

Magicomundodecolores dijo...

el dolor, duele, nunca mejor dicho; pero si lo hacemos el centro de nuestra vida, acaba consumiéndonos. Debemos luchar contra el dolor aliándonos a él, admitiéndolo y dignificándolo, ofreciéndolo al Señor, sólo así le venceremos. Y Jesús, que sufre por nosotros, nos refugia entre sus llagas y heridas, dándole sentido a ese dolor.
Saludos y bendiciones

Francisco Cavada dijo...

Por el dolor se llega a Dios. Eso me lo enseñaron hace tiempo, y por Dios que es verdad.

Debemos cambiar la mirada que tenemos del dolor, porque, no es malo. El dolor es parte de nuestra vida, y debemos saber convivir con él.

Un abrazo fraterno.

Unknown dijo...

amiga pasa por mi blog te tengo un regalito...

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gracias por tus palabras de amor.